La ganadora, la cantante de Austria, se ha llevado la mitad
de los tweets de los Eurofans ella sola. ¿Por su victoria? No, ¡por su barba!
La imagen vende más que nada en un festival de este calibre, y destacar de
forma tan llamativa entre las otras dos docenas de participantes le ha
conseguido muchos puntos. ¡Y no nos olvidemos de quienes son los votantes! El
público LGBT tiene una influencia legendaria en Eurovisión y la visualización
de personas con identidades de género tan ambiguas tiene todas las papeletas
para obtener un buen resultado.
Respecto a mis favoritas, las rusas, tengo algo muy
importante que decir: las votaciones en Eurovisión siempre han sido muy
políticas, lo sabemos y nos quejamos por ello. Sin embargo, se ha demostrado
que somos los primeros en montar un follón cada vez que a las pobres muchachas
de Rusia les daban un mísero punto. ¿Por qué? Por Putin. Sugerencia: Dar
ejemplo, y separar la política de la música. ¿Cómo vamos a pedirles eso a los
demás, al jurado y a los votantes, si nosotros como público no lo hacemos?
Y ahora, un breve repaso al resto, empezando rápidamente por
los Backstreet Boys bielorrusos, que no solo plagiaron el estilo del grupo y la
canción, sino que se quedaron en la misma época. La señora de Azerbaiyán muy
bien situada en el escenario y muy mal en los resultados finales. Al de Noruega
le faltaban vitaminas… o la eutanasia (hubo mucho debate al respecto), porque
parecía que le estaba costando demasiado vivir. Los de Rumanía, bastante bien
votados para el abuso que hicieron de los “efectos especiales”. Seguro que
estos eran de los que llenaban su PowerPoint de animaciones y efectos en el
instituto, vista su afición por los brillitos y las desapariciones.
Curiosa la puesta en escena de Ucrania, con su rueda de
Hamster y esas cosas. No tenía mucho sentido, pero hacía bonito. Armenia y
Montenegro fueron dos muermos del tamaño de las tetas polacas. Maravillosa
actuación, por cierto. Y no, de la canción no me acuerdo.
Hablemos ahora un poco de los experimentos cutres. El dance en
Eurovisión NO va bien, y los griegos lo han comprobado más que de sobra. La
balada postmoderna de Suecia es otro ejemplo, así como el “country-pop” (fíjate bien en las comillas) de
Malta.
Las alemanas me parecieron muy originales, y la canción
molaba aunque le faltaba fuerza. Las de Hungría, Dinamarca, Países Bajos y
Reino Unido fueron otras de las actuaciones, para mí, irrelevantes, aunque
vista la clasificación final está claro que mis gustos no cuadran con los de la
mayoría. La intérprete de Francia no se merece ni lo de irrelevante y la
eslovena daba incluso miedito, con su flauta mágica y sus poderes oscuros.
A lo largo de la noche han llovido miles de comentarios
comparando la gala con Los Juegos del Hambre: inicio épico, favoritos muy
reñidos, la vuelta al escenario de la ganadora del año pasado… y la
intervención de Italia en el show, más llena de clichés que la imagen que
tienen en el Capitolio sobre los distritos.
Los más positivos de la noche fueron los de Islandia y
Suiza. La canción de San Marino, muy bonita y muy bien cantada. Y los de
Finlandia, mis segundos favoritos, lo hicieron muy bien con un género poco
visto en Eurovisión, y más del estilo de lo que se puede oír en la radio un
sábado cualquiera.
Respecto a España…. Pues no ha estado mal. La chica ha
cantado estupendamente, pero la canción era un bodrio y le faltaba la chicha
escénica que tenían otras actuaciones más exitosas. Más bien al contrario, la
caspa de la puesta en escena recordó a más de uno a Noche de Fiesta y otros
shows de finales de los 90.
Y ahora, a llorar hasta el año que viene. Que somos los
pobres pringados que, con la mayor calidad vocal, somos superados por un montón
de países mediocres por motivos variopintos. De todas formas, tenemos que vivir
con ello y adaptarnos mientras dure esta fiebre por el morbo y las puestas en
escena impactantes. Y, a ser posible, elegir a un/a representante para el
próximo año que pueda competir de igual a igual en este espectáculo televisivo.
Pero yo no dejo de preguntarme, siendo este el año de las
tetas y las barbas, ¿para cuándo el año de la música?