La adolescencia es un periodo muy complicado: cambios en el
cuerpo, en la mente, hormonas revolucionadas… Todo el que lo ve desde fuera
opina que los adolescentes son algo así como hijos de Satán. Y es, al menos en
parte, cierto.
Esta etapa es conocida por lo que los psicólogos denominan
ambivalencia. Es, para que me entiendas, hacer y pensar cosas contradictorias
todo el tiempo. Y esto causa mucha inestabilidad emocional, en el adolescente y
en su entorno. Por eso todo el mundo trata a los jóvenes con recelo, con cierto
miedo a que les de algún tipo de brote psicótico y tengan que llamar a la
policía.
Pero la adolescencia no es sólo eso. Es una etapa en la que
las personas se sienten llenas de energía, con ganas de hacer y deshacer cosas
a su alrededor. Se viven deseos muy intensos, explosiones de actividad y una
despreocupación por el futuro que no deja lugar a nada más que a vivir el
momento. Y esa vitalidad es muy contagiosa. Por otra parte está el aspecto
sexual: las cosas se viven de otra manera, hay mucha ilusión, nervios, ganas de
experimentar… cosas que se van perdiendo con el tiempo.
La madurez acaba llegando, y poco a poco se va ganando
estabilidad y complejidad en las ideas y las acciones, lo que es innegablemente
bueno (imagina una edad del pavo eterna… ¡ufff!). Pero, ¿qué quieres que te
diga? A mí, la adolescencia, me pone.
Creo que has descrito las dos versiones de la juventud. Yo creo que depende de la persona que lo mire será la versión "complicada" o la de "llena de vitalidad". Yo prefiero quedarme con la segunda, que está llena de positividad, movimiento -guiño guiño- y, aunque a veces está bien un rato de relax, alegría. :'D
ResponderEliminarFirmado: la cosa más mitológicamente nórdica que conoces =3 (no te vas a acordar de mi *LLORA DRAMÁTICAMENTE*)
Cómo voy a olvidarme de mi valquiria friki favorita? -guiño guiño pollazo pollazo- Vuelve al twitter, anda.
Eliminar