Pilar Rubio

Pilar Rubio es gafe. Programa que toca, programa que se hunde.

En realidad no es del todo culpa suya, que bastante se esfuerza la pobre. Es que la ponen a presentar los programas más cutres que se le ocurren a Mediaset, confiando en que ella y sus dos pechotes puedan sacarlos adelante. Craso error. Con su falsa simpatía y sus comentarios forzados sólo consigue dar un aspecto aún más mediocre a los espacios televisivos que presenta, ya que el talento de la ex reportera de Sé lo que hicisteis está, como sabemos, más que en duda.

Personalmente creo que hizo un trabajo decente en Más que baile (Mira quien baila, para todos los que no nos tragamos el cambio de nombre), especialmente en esa edición invadida por el amarillismo de la participación de Belén Esteban. Sin embargo no ha tenido nada de éxito en el resto de proyectos que ha empezado. Y no me refiero a los datos de audiencia, que hablan por sí mismos. Me refiero al éxito relacionado con el crecimiento profesional en los medios de comunicación. Pilar sigue teniendo hoy la misma habilidad para presentar con la que contaba cuando sustituía a Patricia Conde durante sus vacaciones: ninguna.

El último gran desastre de la antigua cara bonita de La sexta ha sido Todo el mundo es bueno. Este talent show de Telecinco ha resultado ser un horror en todos los sentidos. Cuenta con una mecánica muy aburrida, participaciones poco sorprendentes, presentadores más que mejorables y un objetivo clarísimo y brutalmente ofensivo: Ridiculizar a todo el que se deje. Parece ser que este nuevo proyecto de la Rubio está ya listo para ser suspendido, si los datos de share de la cadena continúan cayendo.

La desgracia acompaña a Pilar desde que abandonara la cadena que le lanzó a la fama. Y es que pasó de ser la mejor en un oficio más bien humilde, a la peor en un “buen” trabajo. Ella misma ha decidido hundirse poco a poco en la mierda. Cojamos palomitas, y veamos cómo de bajo llega.